Aventura en Ruanda
Fotografía de Erwin Sikkens y Leo Veldhuizen
Explora las colinas de Ruanda con Erwin y la Cannondale Topstone.
Erwin Sikkens—conocido en el mundillo ciclista por sus inspiradoras aventuras—tiene el don de convertir sus rutas en historias y aventuras. Está detrás de la Green Divide (una ruta gravel de varios días por los Países Bajos), pertenece Shimano Gravel Alliance, y es ese tipo de ciclista que cambiaría gustosamente la experiencia de cruzar la línea de meta por una charla alrededor de una fogata. Lugar de residencia: los Países Bajos. Su fiel compañera: la Topstone Carbon.
En esta ocasión, puso sus ruedas rumbo al sur. Muy al sur. A Ruanda.
Ruanda es un país para ciclistas. Las colinas se elevan una tras otra, las carreteras están llenas de ciclistas y, este año, será la sede de los Campeonatos del Mundo de Ciclismo en Ruta UCI. Por primera vez en suelo africano. Esto ha puesto el foco de atención global sobre un país que ya respira ciclismo. Así que Erwin Sikkens viajó hasta allí: para recorrer Ruanda en su Topstone Carbon y ver qué le revelaba el país.
La pista subía, brutal y hermosa, desde el lago Ruhondo. En otras ocasiones quizás se habría puesto a caminar. Pero esta vez no. Siguió pedaleado, avanzando poco a poco, hasta que el lago se se pudo divisar en toda su extensión allí abajo, flanqueado por verdes colinas que se perdían en la distancia. Se detuvo, cautivado por las vistas. Y de pronto, aparecieron dos niños. Se acercaron a su bicicleta, curiosos. Podría haber subido hasta allí en coche, pero se habría perdido la historia. Hemingway tenía razón: solo puedes conocer la esencia de un país en bicicleta. Y Ruanda lo confirma.
Mil Colinas
Sikkens vino por la Africa Classic, donde pedaleó para Amref Health Africa por Ruanda y Uganda, visitando proyectos, recaudando fondos y alimentando su curiosidad. El trayecto en furgoneta que realizó desde Kigali a Musanze le dio las primeras pistas: calles impecables, gente por todas partes, el zumbido de un país en movimiento. Los Países Bajos se autodenominan una capital del ciclismo. Aquí, las bicicletas no son un pasatiempo, son un salvavidas. Son un medio de transporte para la carga, para la familia, conectando las sinosoas colinas a una velocidad imposible. Ruanda replanteó el significado del ciclismo. Luego, el paisaje: verde, ondulado, infinito. Con mil subidas. Y mil descensos. Cada uno retándolo a bajarse de la furgoneta y pedalear.
Hacia la aventura, por los caminos
Al abandonar las pistas principales el terreno cambia rápidamente: arcilla compacta, piedra rota, tramos de gravilla aterciopelada y baches que te hacen temblar todos los huesos. Un entorno natural remoto, sí, pero nunca estás solo. Los agricultores saludaban desde sus campos. Los niños corren en tu busca para chocar los cinco. Escuelas enteras se volcaban en cuando alguno de chicos te veía aperecer y daba el grito de aviso. Allí no puedes pedalear en solitario. Es algo compartido. Su aventura se convirtió en la de ellos.
La Topstone lo llevó a través de todo. La suspensión Kingpin suavizó el traqueteo sin frenar la rodada. Los Schwalbe G-ONE PRO R —50 mm delante, 45 mm detrás— seguían agarrando donde la tracción era comprometida. El StashPort guardó los repuestos y la bomba, sin ruidos. Pinchó una vez, en un descenso que afrontó más velocidad de que que debía. Pero sonreía recordándolo mientras inflaba la rueda. Y sonrió aún más cuando hizo más rápido aún el siguiente descenso.
Dos Ruedas, por Todas Partes
Las noches las pasó en el Centro de Ciclismo Africa Rising en Musanze. Habitaciones básicas y aspiraciones mundiales. El equipo nacional de Ruanda come, entrena y sueña allí, con todas sus energías puestas en los Mundiales, como si fuera la oportunidad de su vida. Uno de los guías fue campeón de MTB, y le acompañaba en las subidas como si nada, sin perder el aliento. La palabra "potencia" se queda corta.
Competición y aventura
El Campeonato del Mundo traerá a la realeza del ciclismo, en persecución del codiciado maillot arcoíris, Ruanda reunirá multitudes de aficionados más densas de lo que la mayoría de los profesionales han visto jamás. Para Sikkens, el país le mostró algo más profundo: la costura donde la competición y la aventura se unen. Los profesionales correrán por las carreteras que él recorrió. Los niños que persiguieron descalzos su bicicleta de gravel se alinearán en esas subidas en torno a la competición.
El viaje terminó al otro lado de la frontera con Uganda. Sin cinta de meta, sin podio, sin himno. Solo el pulso de un país que se mueve sobre dos ruedas. Los profesionales llegarán pronto. Y se irán con resultados. Él se fue con recuerdos: niños corriendo, subidas pedregosas, una cascada junto a algún sendero de tierra sin nombre. La Topstone lo llevó allí. Y cuando vea los Mundiales desde casa, verá esas mismas carreteras, esa misma gente. Los corredores competirán en ellas. Él ya las recorrió. Pásale un café ruandés; él siempre elegirá la aventura, siempre.